El 29 de octubre de 2024 quedó marcado en la memoria de la Comunidad Valenciana como uno de los días más trágicos por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos). Esa jornada se desencadenaron lluvias torrenciales que superaron los 700 l/m² en 24 horas en algunas estaciones, como la de Turís.
Dentro de ese escenario extremo, la rambla del Poyo (a veces llamada erróneamente “barranco del Pollo”) se convirtió en epicentro del desastre. Este cauce de escorrentía rápida, vulnerable a crecidas súbitas, registró picos de caudal que multiplicaron su volumen habitual hasta alcanzar valores extraordinarios.
Aunque los mapas de riesgo ya habían advertido del peligro potencial del Poyo en 2014, esas alertas no lograron traducirse en intervenciones efectivas o suficientes en tiempo real.
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Cronología del desastre
Aquí un esbozo con las horas clave del 29 de octubre:
A media tarde, alrededor de las 16:41 h, comienzan los primeros avisos: vecinos alertan al 112 de inundaciones, agua que entra en viviendas y cañerías, e incluso “agua que sale por los enchufes”.
A lo largo de las siguientes horas, las llamadas al 112 se disparan, sumando cerca de 20.000 peticiones de auxilio.
Según los bomberos, ya antes de que la Generalitat emitiera su alerta masiva (a las 20:11 h), se habían realizado más de 231 rescates en la cuenca del Poyo.
En los municipios de Picanya y Paiporta, los puentes colapsaron, y la rambla arrastró sendas pasarelas. Se interrumpió la conexión entre ambas localidades.
Mientras tanto, las autoridades han sido criticadas por lo que algunos consideran una gestión tardía y una alerta insuficiente frente a la magnitud del fenómeno.
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Consecuencias humanas, materiales y sociales
Se calcula que más de 222 personas murieron, con algunos informes que sitúan el número en torno a 227 víctimas.
Se identificaron 4 desaparecidos en el periodo posterior.
El impacto territorial fue gigantesco: 78 municipios afectados, 68.000 viviendas dañadas, 30.000 empresas perjudicadas, y pérdidas estimadas en 13.300 millones de euros.
Infraestructuras críticas como vías, puentes, pasarelas, sistemas de drenaje y redes eléctricas quedaron seriamente dañadas o destruidas.
La reconstrucción requiere grandes recursos: se calcula que la rehabilitación de infraestructuras superará los 2.600 millones de euros.
A nivel social y emocional, los daños son inmensos: pérdidas personales, trauma colectivo, desplazamientos forzados y una sensación latente de inseguridad hídrica.
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Fallos, controversias y responsabilidades
Este desastre no se reduce solo a la fuerza de la naturaleza: ha estado acompañado por polémicas, cuestionamientos y responsabilidades políticas:
Desde la Generalitat se ha defendido que la alerta de inundación para el Poyo no se emitió antes porque no se disponía de información fiable que justificara ese paso.
No obstante, nuevas evidencias —como grabaciones en la sala de coordinación de emergencias— muestran que la exconsellera de Emergencias, Salomé Pradas, ya tenía conocimiento del riesgo del Poyo al mediodía del día de la DANA.
También ha emergido una disputa institucional: la Generalitat ha responsabilizado a AEMET (agencia meteorológica) y a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) por falta de alertas o de transmisión de datos precisos.
En las declaraciones judiciales, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, aseguró que no fue informada directamente del desbordamiento del Poyo por parte del presidente de la CHJ.
También se discute el momento y contenido de las alertas al público. La consigna oficial de “quédense en casa” fue emitida a las 20:11 h, cuando buena parte de la tragedia ya estaba desatada.
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Lecciones aprendidas y caminos hacia el futuro
Este episodio deja lecciones dramáticas pero necesarias para prevenir que algo similar vuelva a ocurrir:
1. Mejora de los sistemas de vigilancia y alerta hidrológica
Es indispensable contar con sensores en cauces vulnerables, sistemas automáticos que reaccionen en tiempo real y protocolos claros de activación de alertas.
2. Inversión y mantenimiento en infraestructuras de contención
Trabajos estructurales en cauces, estabilización de laderas, revestimientos hidráulicos y drenajes robustos no pueden esperar.
3. Coordinación institucional efectiva
La respuesta ante emergencias exige que ayuntamientos, gobierno autonómico, organismos de cuenca y agencias meteorológicas actúen en conjunto, compartiendo información con rapidez.
4. Proyectos estructurales transformadores
Una de las propuestas técnicas es desviar o canalizar el barranco del Poyo hacia el cauce del río Túria, siempre que se aumente la capacidad de ese cauce para asumir el excedente.
5. Planificación urbana con enfoque de riesgo hídrico
Las zonas con potencial de inundación deben quedar relegadas a usos compatibles o exigir condicionamientos estrictos en construcción.
6. Cultura de prevención y concienciación ciudadana
Los vecinos deben conocer los riesgos de su entorno, reconocer signos de alerta y saber cómo actuar ante una avenida súbita.
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